Oh las veces que París/ o cualquier
ciudad del
mundo/ fue tu
cuello./
¿Qué querés que haga?/ está en mi naturaleza/ de
vampiro/ vos
nunca
dejes de
morderme.


E. Rodrígez



PARA LEER EN FORMA INTERROGATIVA

Has visto,
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa...

Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás...

Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga...

Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,

había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.


Julio Cortázar

viernes, 30 de octubre de 2009

LA LUZ DEL ARBOL

Se ve una luz… sí, pero no al frente, no en la lejanía. Yo veo una luz al lado mío, que alumbra cada paso que doy. No sé a dónde, pero camino, al menos empecé a caminar.
Los silencios son duros, el peso con el que cargo me molesta, me molesta mucho. Sin embargo la luz no se apaga, alguien la sostiene y eso es maravilloso, porque yo no puedo sostenerla por mucho tiempo: -me da miedo la luz-, debo admitirlo.

Mis manos se arrugan cada media hora, ¿será el tiempo eso?


Escribir; escribir; romper con todo; barrer, seguir y seguir hasta que ya no estés, hasta que te suelte gran fantasma, pequeño, insignificante-unificador fantasma.
Correr, correr, sobrepasar la velocidad de un cuerpo sobre otro, que solo quede uno, que solo quede yo y mi luz. Estoy empezando a pensar que sea un árbol quien sostenga esta claridad, estoy sospechando que no me este moviendo, o tal vez sí, pero alrededor del árbol, ese árbol, hoja fantasma, raíz fantasma, tronco de mi ser.

Me siento atravesada.

Mis manos sudan cada una hora. ¿Qué está pasando? Eso no es el tiempo, tampoco el viento, tampoco yo, tampoco yo.

E.B.

2 comentarios:

El que hable que tire la primera piedra, jajaja. Comenten libremente lo que se les plazca.