Oh las veces que París/ o cualquier
ciudad del
mundo/ fue tu
cuello./
¿Qué querés que haga?/ está en mi naturaleza/ de
vampiro/ vos
nunca
dejes de
morderme.


E. Rodrígez



PARA LEER EN FORMA INTERROGATIVA

Has visto,
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa...

Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás...

Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga...

Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,

había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.


Julio Cortázar

miércoles, 16 de junio de 2010

El juego está jugado (Cap. 93)*



Te escribiré, lo seguiré haciendo, durante años. Hasta que nuestras vidas estén ya tan lejos que no escribas más con la misma mano ni hables el mismo idioma.
Algo inventaré (de hecho de eso se trata toda la historia).
Preguntaré por el nombre de tus otras 200 arañas. Luego por el color de los pájaros en tu país. Después de eso (y tú nunca responderás) me pondré triste, buscaré algo que te presione para hablar, algo que te obligue a decirme si son amarillos o azules.
Y callarás.
Y me volveré loca porque sólo querré saber el color de los pájaros en tu ventana. Y me arrodillaré para que me mientas, para que algo me viva entera.

Un día ya no sabré cómo localizarte. Mis barcos de papel se hundirán todos antes de llegar a tu Venecia.
Un día entristeceré aún más, te volveré a envolver en una burbuja de compasión y me perdonaré. No será difícil (de eso también se tratará el juego).
Volveré a construirte. Cada año con más esfuerzo. Volveré a dibujarte parte por parte hasta llegar a tus manos.
Y nos las recordaré.
Y me volveré loca, intentando formas, sombras, huellas, uñas.
Y no podré.

Te escribiré por necesidad imperial, pensando que esta vez sí responderás. Porque mi pregunta será ingenua. Porqué a nadie se le niega la información de cómo eran exactamente tus dedos largos y hermosos.
Esperaré el tiempo permitido del cartero y las burocracias, hasta lo extenderé cuando todas las posibilidades de retraso hayan sido justificadas (todo esto por la burbuja de compasión...).
Ni siquiera temblarás. Y tranquila, siempre dentro del juego, esperarás a que mi desesperación olvide cada parte de tu cuerpo. Y sólo terminarás de reír el día que mi última carta llegue. Sin cartero, sino que mis manos no olvidadas por mí la entregarán.
Ya no tendrá destinatario ni remitente.
Ya no sabré cómo nombrarte, menos identificarme.
Sólo ahí agarrarás la lapicera y encontrarás conveniente contestar todas mis cartas.


E.B.

*(Me refiero al capítulo 93 de Rayuela. Un hurto piadoso)

Plastilina de colores

“Mucho más que quererte:
suelo amarte con pena”
Oliverio Girondo


Entre hilos de colores que se fueron destiñendo, solos colgando de un tendedero, pasando por vientos, cambios húmedos, secos. Recibiendo lluvias que los fueron endureciendo.
El lila ya no es tu lila y el azul ya no es mi color.

¿Las vías donde terminarán?
Es tan difícil explicar lo de la plastilina…

Vaya a saber qué tipo de lenguajes se construyeron hacia adentro. Creo que no me animaba a enfrentarte por miedo a tener que nuevamente esperarte, y volver a ver, como en un arte minimal, cómo todo volvía a repetirse. Cómo todo nuevamente se iba deformando y desencajando hasta aterrorizar-me.
Otra vez la sospecha de que creas que son payasos los de mi circo… y no verdaderos animales tristes, encerrados en una historia sin fin.
Sospecha. De que no me quieras. Ni un poquito.
De que no me respetes. Ni en diferido.


E.B.

martes, 15 de junio de 2010

Alfileres de algodón


Monótona vida de alfileres mojados…
Remotas circunstancias que viven más que el verdadero hecho.
El vacío en el estómago, ese hambre poco interesado que me arrebata el centro de mi cuerpo, lo desequilibra, le crea un peso de importancia que nunca logro comprender.

La verdadera inconciencia, el no saber razonar... De alguna forma siempre termino entre tus sábanas de alambres, otras veces son de plumas. Cómo elegir, si algunas veces eres tan hermosa, y otras, todo es homicida.
¿Para qué servirán las decisiones si las circunstancias son trocitos de pan que vamos comiendo como palomas que necesitan de alguien más?

Monótona vida de alfileres quebrados justo en la punta; inútiles, inservibles. No pinchan, no mueren, no se levantan pero insisten en que se los acepte aún sin punta ni filo para las palabras.

El vacío se mezcla en la garganta, sube y baja hasta allí. Algo se ciega y siento un puente duro de atravesar para poder llegar de mi saliva a mi pecho.

Mi alfiler sin punta.
Mi vida monótona.
A ti te hablo.


E.B.

jueves, 3 de junio de 2010

El tango no repite el final

Ya no puedo dictar más si escribes sobre mi tronco y dejas marcas de corteza.
Prefiero que no me hables más así.

De igual forma el dictado de este amor lo hice siempre hacia dentro. Nunca dije nada. Cuando elijo hablar es tarde.

Está bien… lo acepto. Un nuevo duelo a mi archivo de silencios.
Está bien, trataré de aprender, entenderé una vez más tu hilo de vanidad. El silencio terminará esta ruta.

Anochece y además.
Noche oscura

Eso sí… con el delirio no podré. La fiebre subirá y quemará cada una de mis uñas.
Ahora sí, el bandoneón irreversiblemente no era para la época.


E.B.

Arribo místico


No me atrevo a salir, me duelen las caderas, duele el giro, el cambio de dirección. El camino se hace sentir.
Hacer dos pasos, salir de esta casa. Entender que se debe ir al supermercado. Que se debe seguir y dar vuelta a la esquina sin temor.
No temblar más si las circunstancias de desdoblaron otra vez.
Era de esperar que el espiral mareara. De igual modo el vestigio del futuro siempre tiñe de vértigo el siguiente paso del trapecista.
El sentido de las ropas, las comidas y los sueños debe anclar en espacio y tiempo de forma urgente. Ya no estoy más en el mar…
Llegué al puerto y aunque no quiera ver la ciudad, millones de luces esperan alumbrar nuevas sombras.
Me fui y desperté.
Ya no estoy en el mar.


E.B.

OJOS

Aparentemente quería que me mates una vez más.

Comprendo que realmente dentro de mi baúl de letras sólo tú tienes la llave. Desde ahí salen a borbotones las dudas, las búsquedas, los cánticos y la oratoria ensayada ya mil veces.
Todo empezó al encontrar el baúl, entre energías que eran poderes recién naciendo. Y yo que no sabía muy bien qué hacer con ellos. Y tú que decías que adentro había un genio de esos de lámpara.

Todo se va desprendiendo, fugazmente.
Eso sí, así como sólo vos tenés la llave no puedo no enceguecerme con un solo ojo.
Me cuesta simplemente ir sin flecha. No sé a donde apuntar cuando intento eso del vivir.

Lo único que grité es no saber abrir el otro ojo, para realmente ver cuántas veces llevo vivida la vida que mataste la primera vez. (¿Cuánto tiempo la llevaré viviendo?)


E.B.