“Poner el
cuerpo”. Hoy me animé a pasar la barrera de lo pre juzgado, de lo anticipado,
de tener la certeza de estar teniendo el control del significado de esa frase.
Poner el
cuerpo. Hoy me animé a transitarlo antes de ya establecer lo que iba a
sucederme. Divisar el camino a donde uno quiere llegar no existe, eso es
fantasear.
Hoy vencí
uno de mis miedos, y en realidad a todos.
(El miedo
es uno solo en sensación y presencia)
Poner el
cuerpo en el teatro nunca había sido exponer lo político y sensible de mi yo. Poner
el cuerpo en teatro hoy fue liberar, soltar la identidad interior, jugar; sin
controlar que quien juega es uno atravesado por su propio motor.
Hoy sentí placer
de ser otra, gozar del personaje conmigo misma. Habitarme desde otras
posiciones.
Hacía tiempo
que no escribía sin mirar, sin parar, sin deglutir lo que estaba sucediendo en
la página. Sin adornar ni controlar la métrica, dejar fluir el danzar de este
baile hermoso que es escribir.
Hacía tiempo
no dejaba al instinto ser, libre de mediaciones, sin querer hallarlo bello.
Hoy me di
cuenta que la angustia vive en la fantasía y que la tristeza es la real. La
angustia no puede detallarse, narrarse; la angustia se potencia en la
imaginación, es gigante, imparable, inconsolable.
La tristeza
es más calma, más concreta; sabemos qué es y qué no es, sabemos que estamos
aquí y no allá. Conciencia de la sensación, eso a lo que no pudimos llegar.
La fantasía
se convierte en una luna seductora, en un desierto gigante, en un mar
atrapante; tiene colores hermosos, olores atrayentes, deseos insistentes,
infinitos…
¡Como si de
repente yo creyera en la eternidad!, en lo perpetuo, el momento fijo que
sobrevive toda muerte, la misma mano que me acompañará hasta el final.
Por eso la
palabra a veces me alivia y otras me destruye.
Cuando te
nombro, cuando nos nombro, se rompe la fantasía. Y ese no sé tan grande que se
nos dibuja en la cara, en la proyección y los deseos que tenemos una para la
otra, ese no sé no es real. Fantaseo con no saber qué es lo que me pasa con
vos. Pero lo sé muy bien.
Por eso lo
real es más simple, más material. Por eso ahora la tristeza me sabe a paz, a
miel, a encuentro.
Y a mi
angustia de ayer la destapo,
la
desvisto,
la desnudo…
la vuelvo final.
E.B.