Oh las veces que París/ o cualquier
ciudad del
mundo/ fue tu
cuello./
¿Qué querés que haga?/ está en mi naturaleza/ de
vampiro/ vos
nunca
dejes de
morderme.


E. Rodrígez



PARA LEER EN FORMA INTERROGATIVA

Has visto,
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa...

Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás...

Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga...

Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,

había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.


Julio Cortázar

domingo, 1 de septiembre de 2019

GRAMÁTICA EXISTENCIAL


Qué quiero entender de la muerte, qué busco… a la muerte no se la entiende, se la vive. Y esa es la cuestión al fin y al cabo, la muerte no duele, la muerte no habla ni le da sentido a las cosas, la muerte es como el punto final que le sigue a la palabra vida, el signo ortográfico que ordena y da final a una idea -la vida-, que viene peleando guerras de sentidos, guerras de poder, guerras de temporalidades.


No puedo llorar una a una las muertes, no puedo separarlas, son una sola, todas reviven cuando aparece otra, uno no llora las muertes individuales, llora la vida, entiende la vida, se desprende de lo abstracto. Uno queda estampado de realidad, lo golpea lo concreto, te zamarrean los segundos antes, uno comienza a buscar gestos simples, palabras lindas… ¿qué momento viví, cuál fue el último, qué nos dijimos? Aparece el punto final del discurso.
Sólo existe un problema  filosófico verdaderamente serio...
Juzgar si la vida vale o no ser vivida
responde a la pregunta fundamental de la filosofía."
- Albert Camus.

¿Me despedí?

¿Qué idea de la vida tenemos? Porque el final es para todos el mismo. Acá la importancia no está en el inicio o final del párrafo (todos nacemos y morimos) lo que importa es el desarrollo de esos dos momentos, qué escribimos y cómo lo dijimos.

Y no te puedo escribir a vos, me lo piden y no puedo ni mirarte, no puedo ni levantar mis ojos hacia vos-imaginario porque no puedo enfrentar tu ausencia. Escribirte esa carta es aceptar ese punto final, yo me quedé parada en la idea, parada después de la palabra vida, sin escape, más que atravesar ese punto final. Me piden que te escriba esa carta y no puedo. Debo hablarte, debo contarte tantas cosas... y todo lo que quisiera decirte y compartirte depende de tu muerte, es hasta contradictorio, quiero contarte todas esas cosas que si pudiera contártelas no existirían… Moraleja de esta controversia: la vida sigue (ya lo dijeron alguna vez).

Mi existencia aquí y ahora se desprende de tu ausencia, porque claro la vida en otros ensayos sigue, mi argumento sigue, mi punto final aún no aparece y uno vive… Y a veces ponemos comas, necesitamos tiempos, interponemos comillas y paréntesis, hasta escribimos mal, borramos…

¡Cómo nos gustaría borrar!

Hoy hablo entre comillas.

Hoy no encuentro el punto y aparte, son sólo comas, todo confuso, no paro de pensar (hablar) por eso las comas están en todos lados pero la coherencia se pierde.

Muchos puntos finales.

Qué busco entender.

La vida
.



E.B.