Oh las veces que París/ o cualquier
ciudad del
mundo/ fue tu
cuello./
¿Qué querés que haga?/ está en mi naturaleza/ de
vampiro/ vos
nunca
dejes de
morderme.


E. Rodrígez



PARA LEER EN FORMA INTERROGATIVA

Has visto,
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa...

Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás...

Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga...

Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,

había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.


Julio Cortázar

domingo, 28 de noviembre de 2010

VERDE, VIOLETA Y AMARILLO



No se cómo funciona esto. Ahora que amo. Ahora que las letras no se encuentran porque no deben encontrarse.
Alguna vez escribí que “las despedidas siempre ganarán los mejores concursos de poesía”. Alguna vez desde siempre, escribí cuando la melancolía corría espesa por la mesa de mi pecho, cuando los ojos estaban nublados, cuando en el pecho algo tiraba.
Pero no es lo de ahora, ahora, que igual el pecho tira, como un bandoneón se estira, pero ahora es distinto.
Es distinto y pucha no puedo encontrar las palabras. Y pucha, ¡qué alegría no poder encontrarlas!
Siempre ganarán los mejores concursos pero nunca bailarán hasta el amanecer el último vals.
Te amo. Te amo como nunca amé, como nunca creí se podría amar. Te amo como nunca me amé a mí misma, te amo como nunca admiré amar a otra persona.

De qué se tratarán ahora los bares solitarios, de qué sustancia estarán hechos ahora los bancos de las plazas con gente solitaria en ellos. De qué se tratará tu mirada y mi mirada por separado…

Entiendo entender que no existe ni cabe el entendimiento entre nuestras químicas. Siento que no estoy pensando sino sintiendo y que es hermoso este disociar de cuerpo y mente.

Entiendo que orgullosamente estas primeras palabras te las mostraré para que las leas tú, entiendo que te besaré hasta ahogarme en brillo cuando llegue a tus pies.

Entiendo. Escribo que entiendo, por lo tanto pienso. Pero cómo explicar que en realidad estoy sintiendo, en vivo y directo, en un aquí y ahora delicioso, en un amanecer en la playa que queda contenido en un frasquito de vidrio pintado de colores verde, violeta y amarillo.

Te amo. Y no entiendo la palabra, no me alcanza, me abraza y se diluye en pasión, en emoción, en diálogo de cuerpos que no necesitan ni exigen la letra.
Te amo, y nunca estuve tan segura de entregarlo.


E.B.