Reconocerme en mis propias letras,
buscarme en mi propio cuerpo,
aprender a habitarme, a calmarme con
mis propias caricias.
Es dificil eso de volver a los
fantasmas potenciales ángeles.
Me es dificil verte a los ojos sin
saber pedirte un abrazo, cuando tanto lo quería, cuando tanto lo
necesitaba...
Estoy cansada de mi, de las caretas, de
los píes fríos, del cuerpo tenso.
Volver a susurrarme “se puede”,
animar a las uñas a no ser comidas por los pájaros de la noche,
empujar el barquito sin esperar que se hunda, soplarlo, dejarlo ir
mar adentro.
La oscuridad de la soledad, el piecito
amigo que empuja para que uno vea el sol, para que uno entienda que
la naturaleza insiste, que el arbol resiste quieto, con sabiduría
arrastra por el fondo sus raíces y alimenta ese abajo,
que es la base,
que para algunos es principio,
que para otros es final.
Almita mía no desesperes, yo en el
fondo quiero.
Yo en el fondo amo.
Yo me quiero encontrar.
Y para mi llegar allá es recién
volver a empezar.
E.B.