Iba tallando los sueños... iba sin
madera.
Traspasaste el proceso, el tiempo
mental, la constancia aprehendida.
La mala educación.
Esa calma... ahora que lo pienso, esa
paz que buscaba no es que fuera impulcra, no es que fuera blanca
nomás.
Era cuerpo.
Era instinto.
Eran cavilaciones inmensas de miradas
que no se asustaban.
No me pude escapar de tu mirada, pero a
la vez tanto tiempo de cuerpo me parecía un escape, a mí, de vos.
No estaba acostumbrada a eso de mirar
sin hablar, de volar sin controlar, de extrañar una sensación, esa
de libro viejo pero favorito, una novela feroz.
Fue la velocidad del baile de los
labios (el impás exacto).
Se que fue lo mismo para tí, en
concepto,
los cuerpos son ritmos y canciones
diferentes.
hermosas de escuchar de nuevo.
E.B.
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