Y entonces... el temblor de tu intrépida luz.
La memoria de los cuerpos es inquebrantable. Voraz. No duda.
¿Por qué el “más”? La sensación de crecer en pecho, en ansia, en amor.
La negación de sentirte.
La sensación al hacerlo.
Una plenitud negativizada en todo y nada. El ansia exacta de querer derribar uno a uno tus párpados, luna de pieles.
Demasiada barulla entre nuestras palabras... nuestros cuerpos quedan por debajo besándose entre distancias y cigarros mal apagados.
No se qué hacer con vos.
E.B.
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