El no tener ganas.
Ganas de nada.
Este estar intacto en la escena y sin embargo no ser ornamento. Este no caminar.
Una levedad se apodera de mí, se me nubla la mente. Cada un minuto y medio me estiro, mis pies, mis brazos… y no logro acariciar nada.
El viento remueve el aire de esta habitación. Miro hacia la única ventana del lugar y no encuentro más que pájaros en silencio y piedra. Piedra por doquier, arriba, abajo; me tapan, continuamente están tapando espacios.
Es inútil querer apartarme de las letras. Puedo permanecer instantes de ideas sentada frente al papel. Puedo pasar horas jugando con un papelito que tropecé en la cocina. Puedo intentar pasar todo el día sin abrigo. Puedo intentar muchas cosas pero no logro encontrar la llave para salir a la calle.
No recuerdo dónde la dejé esa última vez. No sé si te habré hecho caso y cambié al fin la cerradura o simplemente me la volviste a esconder. Esta vez no está debajo de la cama, ni en el tintero, ni en el forro de la almohada, tampoco en el vapor del baño.
Recuerdo que el llavero era lindo, tenía forma de pez.
E.B.
Dios... Estoy tan triste! Y encontré este espacio tan bonito y cálido, lleno de magia, y yo con los ojos tan empañados, no puedo disfrutarlo bien... Pasaré en otro momento, Frida... Besos...
ResponderEliminarAna.
Con tu permiso, te enlazo en mi blog...
ResponderEliminar¿Y todo se hace palabra? no, las palabras no alcanzan.
ResponderEliminarBello, bello y la belleza ayyyyyyy, duele!!