Qué mareo de sensaciones que formas, me envolvés con una brisa quebrada.
-Podes. Pasa…
Para. Para ahí, un poquito nomás …
Retrocede… ahí. Ahí está bien.-
Las mediciones son primordiales.
Esenciales; tanto como mirarte unos segundos fijo cada vez que te veo. Se me vuelve impronta, un desafío, no sé; pero es imprescindible soportar… cargar… volverla caricia, a tu cara, a tus labios, a tu sonrisa que parece pura, de verdad lo parece…
Y después, unos milímetros más arriba, tus ojos. Hay algún tipo de enigma ahí. No son puros… hay vida. Y la vida es impura. (Atrapa).
No tenes palabra de etiqueta, ni sinónimo, ni menos adjetivo; no entras en el ABC de todo… hay un miedo que sí tiene palabra: cada vez que te veo es como empezar casi de nuevo, solo que con la potencia del tiempo que sigue pasando y vos… Y vos seguís estando, tan presente como desde que explotó este pequeñísimo cosmos, en forma conjunta digo. Ambas cargamos con este hallazgo desde un poco más hacia atrás, en nuestros pasados con otros, de otros… porque al elegir no ser concientes de que corríamos para el mismo lado, no lo escribimos ni firmamos con nuestros apellidos. Ni siquiera alivia eso… ya no me duele nada. Quiero disfrutarlo. La otra parte, la más oscura, no me corresponde.
-en este suelo que pisamos, hay muchos condimentos, sos exquisita-.
Agarrá el despertador que está sonando muy fuerte… no nos vamos a escuchar sino… podemos despertarnos solas aunque estemos durmiendo en la misma cama; y sobre todo, podemos despertarnos juntas, al mismo tiempo, aunque no durmamos en la misma cama. Te puede pasar… sí. A mi también.
Los dados caen. Azar de dedos que se tocaron, en la punta. Justo ahí.
Me besaste el cuello.
Te besé los párpados… uno por uno.
Si te permití. Si me permitiste.
Te acaricié los brazos.
Me besaste los dedos… uno a uno.
Esas cosas no son llaves que encuentra cualquiera.
Fue exquisito.
E.B.
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