Cómo decirte que hay veces en que mis ojos espantados
buscan,
ya fuera de sí, otros idénticos, que abriguen la llama que se llevaron los tuyos
-aunque hoy los haya visto tan humillados de dolor-
y no los encuentre.
Cómo explicar el frío que hiela la piel seca, la carne mía, los huesos de un cuerpo
-que aún después de horas de haber asistido a tu hallazgo-
sólo en un segundo de debilidad hayas ordenado de forma tan tajante que mi alma conserve el calor…
y lo haya hecho.
Cómo descifrar este circo de emociones que se metamorfosean de forma tan
plástica,
artística,
imperial…
Es realmente humillante ver cómo creo el camino para tu partida y ansío siempre una última despedida…
y jamás te niegas.
Es innegable la magia que nombra lo ficticio de su supremacía en mí, es incalculable ver cuántas barricadas les puse a tus pies, cuántos escalones agregué a tus pasos…
y sin embargo,
lograste robarte mi aliento.
Cómo quisiera juntar las palabras en mi mente, dotar de vigor mis pensamientos. Cómo mirarme cada mañana en el espejo y saberme cobarde, tan pusilánime como aquella sentencia, que el viento entregó a tus ojos siempre tan potentes
-aunque hoy los haya visto sangrados de impotencia-
y dominarme tan salvajemente frente a lo que me hubiese salvado realmente.
insobornable.
Y en la escena final del acto sin fin,
esa presencia,
tan
intangible,
ficticia,
pero innominableMENTE
Perfecta.
E.B.
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