Se vuelve fuerte la coraza que cree para tu amor… porque resulta que tendría que servir para olvidarte, pero el corazón que no entiende de trivialidades ni olvidos oportunos, hizo filtros, potentes, de grosor; hizo puentes a tus ojos de verano, a esa coraza tallada por tus manos, en donde todo se vuelve piel.
Tu luna y mi luna salen las mismas noches a bañarse de melancolía.
Mi río tiene calce en otras arenas, pero la corriente no siempre me lleva hacia allá, es más, diría que la turbulencia provoca derrame de aguas saladas, crecientes de lágrimas que desbordan cualquier premeditación.
No quiero estar a salvo, la tierra firme no sirve para soñadores ni enamorados cínicos…
No quiero enterrarme en la seguridad, tu aire me congela y quema en el mismo suspiro, me desnudo, me libero, me despojo de piel y botas, lloro peces y limaduras, roo las puertas y siempre de alguna forma naufrago y arribo en alguno de tus puertos de silencio…
Las sensaciones siguen creciendo, se alimentan de vaya a saber qué artificialidad, y entonces proviene la explosión –silenciosa y vestida formalmente-, la línea de la locura se vuelve invisible y no encuentro suicidio posible que me asegure encontrar otra belleza así en otra vida
Sí, se hace fuerte la coraza, mi fantasioso amor por ti sigue creciendo desmesuradamente…
Mientras… ella
tapa mis pies fríos, calienta mi hueco y su lugar en nuestro lecho y es tan difícil…
que todo queda en manos del éxtasis del sueño.
E.B.
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