Desde qué esquina escucho tu voz. Desde qué ángulo se forma tu recuerdo. Cómo haré para rehuir de ti los días nublados, cómo haré para no engañar mis ganas con otras sábanas.
El cansancio evita que mi mente ejercite conmigo sus trampas de antaño.
Donde estarás en este invierno.
Me pregunto si alguna vez mis ganas de escribir no coincidirán con tus curvas, con tu mirada española, con mi nostalgia de exilio mal logrado.
Al final el final nunca existió, ni existirá de nuestras partes tambaleantes. Aún escribo dentro de un nosotros jamás perpetuado, jamás regado.
Nunca el jardín tuvo necesidades verdaderas, nunca estuviste y ahora, recién ahora que te pierdo, que te suelto, que te siento de veras lejos. Sólo ahora entiendo que no quiero entenderte. Que no quiero explicarme, que no quiero ya pedir tu mano.
Mi mano ya no sabe hablar con otras,
mi mano y tu mano aquella vez…
las huellas…
amor centro, amor narcicista.
E.B.
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