Sacar hacia fuera las verdades.
La maldita búsqueda de la verdad llevó a enloquecernos.
La insistencia inútil de usar la palabra exacta para explicar algo de nace de omisiones, deslices. De todo lo que no pudimos ahogar, de las dudas que permanecieron debajo de nuestras almohadas. Eso que por suerte ninguna de las dos vio. Eso que no controlamos y con lo cual nos maniatamos enredándonos en hilos y más hilos.
El recuerdo al olor de tus suspiros, la caricia que me recorrió entera hace tanto tiempo ya. Tus labios tarareando esa canción que me persigue cada vez que mis manos la recuerdan.
Cuando me rindo apareces. Cuando me nublo me llovés. Intento vivir aún sabiendo de tu existencia en la vereda de mi vida.
¿Cuántas veces más te buscaré? ¿En alguna volverás a decirme que sí? ¿Sabremos decirnos sí en el momento exacto?
Los destiempos, cómo duelen.
Los puentes… terrible trabajo el de derribarlos… se construyen solos, ya lo sabemos.
Las máscaras… sacárselas de la cara… Siempre me costó mirarte fijo y sin embargo no puedo olvidarme de tu pupila clavada en la mía.
Siento que voy agarrada a la manga de tu buzo, me siento un niño llorando por terror a que su madre se le pierda. Y así no puedo pretender agarrar otra mano… y así pierdo otras cosas… y así te elijo una vez más en esta medianoche que se pone cada vez más agria y ácida.
E.B.
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