El viaje sigue adentro, no terminó…
tal vez
nunca termine.
Llena de
vida, de furia, de amor, de ganas, de ansias, de nostalgias,
Broto en fantasías
y recuerdos…
Puro cambalache
de amor.
Aprendí a
perdonar regalos que no existieron, aprendí a que no los iba a encontrar por
más que me desmayara de deseos,
aprendí a quererte ahora… como fuiste, como fui.
Colores
sepia, libros de la india que acarician el alma.
Amigos que
se van, que se quedan, que se transforman y mutan mis formas de admirarlos.
Ojos claros
y brillosos que me encontraron.
Abrazos largos
que abrigan.
Reencuentro
con momentos paralelos.
Sensaciones
que chocan, sacan chispas… iluminan nuestra energía.
Aprendí a
reconocer tus raíces, esos regalos que nunca llegaron los encontré en el mar,
en los caballos, en el tango, en el fuego, en esa mirada que me dolió pero que
día a día se pule, me pule el alma y comienza a brillar de a poquito y a lo
lejos.
(sé que me cuidas,
me mandaste un mensaje en los sueños)
Intento de
querer amarrar con el pensamiento el viento que es libre, la tierra que es
guía, el agua que es espejo.
La tierra
también me enseña que no hay que amarrar. Aprender a soltar el pensamiento.
Entregarse
al instinto de que se termina y empieza otro espiral.
Se termina
Y empieza
Otro
Espiral
Y otro
Y otro…
Se termina.
Sigo
viajando… creo que nunca más pararé…
(Sigo
sanando los motivos por los cuál alguna vez frené).
E.B.
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