Podríamos
hacer un cadáver exquisito de nuestras sensaciones en esta madrugada de papel.
Podríamos
no pedirnos permisos para rozar la piel, para rogar al amor que anda sediento
de palabras, de muerte, de coherencia…
Podría
empezar de nuevo, como todo espiral de maleza masacrada, que lucha y vuelve a
nacer.
Tal vez
podría.
Podré.
Podríamos hacer
ruido cuando chocan nuestros huesos ávidos de movimientos, en vez de acallarlos
en mares de arenas de tiempo.
Podríamos besarnos
los cuerpos que son almas, que son impulsos, pulsiones de vida, mareas de babas
extasiadas.
Podría negarme,
podría no atravesar tus pupilas con plumas de gramáticas.
Sé que me
estás olvidando, sé que me lees en alguna noche donde la virtualidad acompaña
al pecho latiendo fuerte.
Podría suspirarte,
soplarte al viento del engaño de los años.
(La traición de las palabras)
Me siento
traicionada por ellas, socavada, hostigada.
Me siento
silenciada por las palabras y movilizada por los recuerdos de una entrega que temió
tener tiempo y espacio para un futuro.
Podría pedirte
que te sientes al lado mío y dejes de inventar manualidades para afrontar lo
cotidiano.
Podrías no
pedirme lo que susurraste. Podrías no coincidir con este otoño que llega y nos
pinta de amarillo. ¿Podrías?
¿Podríamos? Podremos
¿Podré? Podré.
E.B.
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