Miedos arcaicos.
¿Será que cuando un ser concientemente quiere entrar por otro lado… la puerta trasera, el ático, el sótano… no importa la dirección de donde viene sino que sus ojos gritan saber donde va?
Como un lobo saltaste a mí, tus garras se sostuvieron de mi cuerpo, salvajemente me rozaste una pestaña...
Miedos absurdos.
Un metal frío sobre una piel caliente. Palabras con filo… -y todavía pretendemos sacarles punta-...
La palabra no es el lápiz, la palabra no se asemeja para nada a lo que hablamos cuando estamos mirándonos.
Miedos privados
Tal vez me dejas demasiado libre… las hojas que caen, cuando se deslizan y cortan el hilo de su naturaleza, tienen una duración en su vuelo. Hasta que caen, pero no es un golpe seco, vuelan hasta rozar la tierra y ahí quedan. Todo tiene su tiempo, su duración…
-yo creo que acabo de desprenderme de la ramita. ¿Será otoño o invierno?-
Miedos que proyecto.
Tengo manías que degradan, tengo amigos que sorprenden, son admirables desde lo más oscuro de sus pecados.
No hay razón de perdernos, si en realidad nos encontramos.
No. Por suerte no hay razón en esto.
Hay desafíos. Y eso alimenta mi espera.
La espera: miedo unánime.
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