Te me estás
apareciendo de perfil en cada visión cotidiana. Yo te espanto como mosca, que
vuela y vuelve, vuela y vuelve.
Aprender a
convivir con tus interrogantes y los míos sin volver a nombrarlos, sin haber
podido nombrarlos.
Acariciar
la punta de tu cuello en un hecho casual. Encontrar en las miradas unos
segundos más.
(Espantar
la mosca con más desesperación que antes, que de nuevo vuelve.)
Hoy quiero
sacarte de a poquito de mí, buscar una sensación y degustarla, agarrar un
hilito y empezar a tirar despacio. Hay un ovillo dentro de mi pecho y a veces
espero que tu mano también tire de él.
Sola sólo
comprendo las trampas de las que me dejo atrapar.
Nunca tuve
buena puntería matando moscas.
E.B.